miércoles, 2 de diciembre de 2009

HOMILIA PRONUNCIADA EL DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE POR NUESTRO PARROCO D. MIGUEL TENORIO TENORIO.

Comenzamos el nuevo año litúrgico con el Adviento, que consiste en una preparación interior para disponer nuestro espíritu y todo nuestro ser en general a la llegada del Señor.

Este ciclo que comenzamos es el “C” o de san Lucas, el evangelista de la misericordia, para la Iglesia viene a significar como el año nuevo, lo que quiere decir que tenemos que examinar en nuestra oración privada, en nuestro diálogo con el Señor todo lo positivo y lo negativo que hubo a lo largo de este año litúrgico pasado.
Tenemos que concretar nuevas metas para el presente año litúrgico que nos acerquen más a Dios, pero no hemos de hacerlo solos sino en compañía de la Madre de Dios y Madre nuestra, teniendo en cuenta que este mes es el mariano por excelencia y no el de Mayo que es por tradición.

Ella si que supo estar preparada para la venida del Señor, pues día a día trataba de vivir siempre algo; hacer las cosas de la casa con una mejor entrega, cuidar los detalles con su esposo José, vivir una mortificación pequeña, hacer penitencias pequeñas por la conversión del mundo, vivir más intensamente la oración, entregarse más a los demás…

Tenemos en Ella todo un manantial de virtudes para hacerlas nuestra, concretándolas en este tiempo que esperamos la llegada de nuestro Redentor; esta llegada no será autentica, no se hará realidad si de verdad no hay en nosotros un verdadero espíritu de conversión, de dolor por los pecados, de enmienda de los mismos y de entrega a los demás.


Toda forma de vida cristiana exige interiorizar en el desierto como Juan el Bautista para preparar el camino del Señor, es decir, se necesita un desprendimiento total externo e interno a todo aquello que nos aparta de preparar el camino al Señor; por eso el Adviento es una llamada fuerte a este deber.

Para mantener una relación con Dios, una mayor intimidad con Él, se requiere el silencio, no solo interior sino también el exterior, para estar pronto a lo que su voluntad disponga.

Sabiendo el significado del Adviento, lo que es en sí, y lo que nos exige a cada uno en particular y según nuestro estado, ¿Qué estamos dispuesto hacer en estas cuatro semana de preparación a la llegada del Señor?, ¿cómo vamos a preparar nuestro interior?, ¿cómo lo vamos a anunciar a los más próximos a nosotros….familia, amigos, compañeros de trabajo, enfermos, ancianos…?

Le pedimos a la Madre de Dios y Madre nuestra que a imitación de Ella sepamos preparar este tiempo, sepamos vivir para Jesús y que sepamos llevarlo y darlo a conocer a los demás. Que así sea.